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Álbum de figuritas.

¿Qué hacer?
Hay personas que nunca coleccionan figuritas pero suelen fingir que sí lo hacen. Dejan pasar un cuarto del pilón diciendo “Late, late, late”, hasta que gritan enfurecidos “¡Nola!” y pegan un terrible manotazo que hace caer el pilón entero al suelo. Ese momento es aprovechado por algunos para rapiñar figuritas. Los amigos del damnificado también se apresuran a agarrar lo que pueden para restituírselo a su dueño y hasta llegan a correr a patadas al que se pasó de vivo. La situación es más terrible cuando quien comete tal indignidad es quien ya ha completado el álbum. Se trata sin duda de malos ganadores. ¿Qué hacer con ellos? No lo sé, pero se merecen una golpiza a la salida del colegio.
El ensayo de Mandeb se pierde en detalles y registra 653 episodios pintorescos que tiene a las figuritas como protagonistas. Veamos los pasajes más arriesgados de su obra:

Teoría del valor o teoría de la relatividad
Reconozco que el título de este apartado es efectista. Se propone ganar la atención de los pocos amantes de la ciencia que aún continuan leyendo. Me propongo desentrañar el valor de las figuritas y, de paso, asomarme a los misterios de la vida. Ahí tienen, atajen:

1) Todas las figuritas tienen un valor mínimo que es, valga la redundancia, otra figurita.
2) Por fuera de este valor absoluto que se aparece como evidente a la vista de todos, advertimos inmediatamente que el valor de todas las figuritas es relativo. Una figurita puede ser cambiada por dos, por cinco, por una cualquiera y dos de las difíciles, por cuatro comunes, por una fácil, una difícil y una que se tenga repetida… ¿pero de qué depende este valor? Algunos sostienen que hay algo intrínseco a la figurita que la hace más apetecible, que la destaca por sobre las demás. El coleccionista la siente como un terremoto interior, y tiembla ante su presencia. Los racionalistas, por su parte, creen que los fabricantes de este producto son quienes deciden imprimir más ejemplares de unas que de otras, para dificultar su hallazgo y así vender más paquetes prolongando el tiempo de juntada. De esta manera, al reducirse la cantidad en circulación, aumenta su precio, según las leyes del mercado. Yo soy de los que creen lo primero: no hay nada que pueda explicar a ciencia cierta el por qué de los diferentes valores. También es posible que los fabricantes sean sujetos perversos que disfrutan con la frustración de los niños. Sea como fuera, hay una certeza: las figuritas no tienen todas el mismo valor. Pero dentro de esta relatividad hay que decir algo más. Es más que sabido que algunos ejemplares aparecen seguido en los paquetes de ciertos barrios y brillan por su ausencia en otros. Así, muchas
figuritas pueden ser complicadas de conseguir en Villa Crespo, y abundar en lo pilones de Lugano. En un barrio, su valor puede llegar hasta 10 y de las importantes, en el otro, nadie la querrá porque todos la tienen, y será usada para pagar deudas de juego.
3) Hay muchas figuritas que no se dejan atrapar fácilmente. Cada barrio tiene las suyas, pero sólo una es la Figurita Difícil. Su precio es incalculable. Cuando uno la desea, normalmente lanza una frase bien conocida por aquellos que alguna vez han participado de este ritual: “Te la cambio por todo el pilón”. Algún zonzo podrá decir: “Ah, pero entonces tiene valor. La figurita difícil vale todo el pilón”, sin advertir que se trata de una bella metáfora. Porque hay pilones de todos los tamaños: de cien, de veinticinco, de trescientas cuarenta y dos. Y aquí reside el meollo: siempre se está dispuesto a todo por obtener la pieza tan preciada. Quien dice “por todo el pilón” está diciendo “por mi alma a cambio”, “te doy mi vida por ella”, “por mi amor eterno”. Las figuritas dejan así de ser un mero divertimento de niños. La presencia de la Figurita Difícil trastoca su naturaleza. Al igual que en la escondida, nos encontramos ante un juego sin límites: todo, absolutamente todo, hasta lo que no se tiene, el ser y la nada, el universo, el infinito, se está dispuesto a entregar por la Figurita Difícil.

En otro capítulo, el metafísico de la calle Artigas vuelve sobre el tema y se torna definitivamente cansador.

La Figurita Difícil
Casi nada se ha escrito sobre este tema. Sin embargo, la sola mención de la Figurita Difícil es suficiente para
despertar un sinnúmero de recuerdos en cualquier hombre que se digne de haber tenido infancia. La del volante de Noruega del Mundial 94, la redondita del win xeneize, la de Géminis de los Caballeros del Zodíaco, la de Oliver en el hospital en los recordados Supercampeones, la del escudo de Ferro allá por el 93.
La Figurita Difícil es lo más parecido a lo que luego será la Mujer Amada. Notemos que en ambos casos suceden cosas idénticas: uno sufre muchísimo hasta alcanzarla y nadie le garantiza que la hallará algún día. El camino es sinuoso y está lleno de obstáculos. El desaliento se hace presente en más de una ocasión: “No existe”, pensamos resignados. Cuando se la adivina cerca es cuando más lejos está. Aparecerán algunas otras que nos confundirán y
por algún tiempo nos harán creer que son ellas a quienes buscamos… pero no, pronto descubriremos su falsía y su vulgaridad. La analogía alcanza su perfección en el momento en que se tiene la certeza de su paradero y su poseedor. Los nervios, la ansiedad, la predisposición a todo… porque los hombres que juntan figuritas, como los que aman de verdad, están dispuesto a todo, a dar el pilón entero, a dar el alma sin dudarlo ni un segundo...


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